Para qué negarlo, todos necesitamos a alguien, cuando no podemos más, cuando el mundo nos pesa. Que nos abrace y nos diga: llora las penas, que cuando acabes, quiero fumarme la vida a medias contigo.
Oír eso, y sentir cómo con cada calada el mundo va perdiendo peso, cómo esa persona esta ayudándote a sostener tu mundo.
Y sí, el cigarro algún día se acabará, pero sabes que siempre, cuando el mundo de nuevo coja peso, en ese momento sabes que volverá, y te dirá:
¿Nos encendemos otro? Tengo una caja entera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario