miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿Sabes lo qué es la música? Es lo que nos recuerda que hay algo más que nosotros vivo en este universo. Es una conexión armoniosa de todos nosotros con las estrellas.

Es una tonalidad, una energía, una cuerda por la que cabalgar, si no eres buen jinete nunca lo conseguirás. Solo pocos lo escuchamos.

martes, 20 de septiembre de 2011

jueves, 15 de septiembre de 2011

¿Conoces ese lugar entre estar despierto y casi dormido? ¿Donde los sueños existen pero no estás soñando? Ahí, ahí es donde siempre te querré.
Entonces voy a buscar esa película en blanco y negro que ha durado dos años. Toda una vida. Esas noches pasadas en el sofá. Lejos. Sin conseguir darme una explicación. Arañándome las mejillas, pidiendo ayuda a las estrellas. Fuera, en el balcón, fumando un cigarrillo. Siguiendo después ese humo hacia el cielo, arriba, más arriba, más aún... Allí, donde precisamente habíamos estado nosotros.
Cuántas veces he nadado en ese mar nocturno, me he perdido en ese cielo azul, llevado por los efluvios del alcohol, por la esperanza de encontrarla otra vez. Arriba y abajo, sin tregua. Por Hydra, Perseo, Andrómeda... Y abajo, hasta llegar a Casiopea. La primera estrella a la derecha y después todo recto, hasta la mañana. Y otras muchas. Y a todas les preguntaba: <<¿La habéis visto? Por favor... He perdido mi estrella. Mi isla, que no existe. ¿Dónde estará ahora? ¿Qué estará haciendo? ¿Con quién?>>. Y a mi alrededor, ese silencio de esas estrellas entrometidas. El ruído molesto de mis lágrimas agotadas. Y yo, estúpido, buscando y esperando encontrar una respuesta. Dadme un porqué, un simple porqué, cualquier porqué. Pero qué idiota. Ya se sabe. Cuando un amor se acaba se puede encontrar todo, excepto un porqué.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

 Ella se pinta los labios siempre de color rojo para que nunca se borren sus besos. El resto de carmín que dejan otras pieles son un tatuaje de gena que solo dura un par de lavados. Te besa y comienza a andar, pies pequeños pero firmes, de los que siempre dejan huella aunque no haya barro.
 Sus uñas bañadas en color decoran el final de sus pequeños dedos enfundados en unas sandalias de cuero, ya desgastadas de tantas pisadas por las aceras del mundo que, a veces, este se le queda pequeño. También recuerdo su flequillo recortado a su manera, y aquellos vaqueros desgastados pero muy suyos, y esas manos de las que nunca se le caen los anillos, conocedoras de esas manos que no pierde ocasión de agarrar.